En ningún otro momento de la historia, la medicina ha incorporado tantas novedades científicas en tan poco tiempo. La base de datos PubMed crece, desde hace algunos años, al ritmo de un millón de artículos científicos al año, que se ponen automáticamente a disposición de cualquier usuario con un acceso abierto a Internet.
Hoy por hoy, resulta difícil pensar que este ritmo irá a la baja; por el contrario, la aparición de revistas científicas de formato exclusivamente electrónico podría incluso aumentar aún más el volumen de publicaciones científicas que anualmente aparecen en la red. Consolidado, pues, el ritmo de producción del conocimiento, el reto ya no está en generar información, sino en saberla gestionar y optimizar.
Recientemente la revista científica BMJ ha publicado un estudio en el que se analiza calidad científica de las referencias en las guías de práctica clínica. Estas guías constituyen un documento de referencia imprescindible que no sólo orienta a los profesionales médicos a la hora de tomar decisiones en su praxis diaria, sino que también guía a los gobiernos a la hora de legislar y diseñar campañas de salud. La medicina, sin embargo, no es una ciencia exacta, y las directrices y consejos que aparecen en las guías de práctica clínica no siempre se apoyan en estudios científicos altamente rigurosos, sino que incorporan estudios observacionales con cierto riesgo de sesgo, e incluso opiniones personales (más o menos independientes) de expertos en la materia.
Paradójicamente, el trabajo publicado por BMJ concluye que existe una relación entre la longitud de las guías y la baja proporción de referencias científicas de calidad. Es decir, cuanto más extensa es una guía de práctica clínica, mayor es la proporción de directrices o consejos basados en un bajo nivel de evidencia científica.
Quizás ha llegado el momento de entender que disponer de tal cantidad de estudios e información no debe servir para incluir más datos en los documentos de referencia, sino justamente para permitirnos el lujo de ser más selectivos y descartar (o poner en cuarentena) aquellos datos que tienen un origen más especulativo o poco riguroso.
Imatge: Mark Smiciklas (Insection Consulting), llicència: Creative commons. Enllaç